Javier Lozano Alarcón, quien desde que terminó su gestión
como secretario del Trabajo ha dedicado mucho de su tiempo al proselitismo “agresivo”
–por decir lo menos–, burlándose del candidato Priísta Enrique Peña Nieto en
cada oportunidad que tiene, puso de lado los ataques en 140 caracteres y publicó
el día de ayer en El Universal un
artículo titulado: “La inmaculada autonomía sindical”, en el que critica con
argumentos los abusos y privilegios de los líderes sindicales en México. Es
evidente que obedece a una estrategia electoral la publicación de un texto así,
días después de que el diario Reforma
detalló los lujos con los que vive la hija del Secretario General del Sindicato de
Trabajadores Petroleros de la República Mexicana –e impulsor de la campaña de
EPN–, Carlos Romero Deschamps. Sin embargo, el texto de Lozano vale la pena
para entender cómo y por qué los líderes sindicales como Elba Esther Gordillo y
el antes mencionado se han enriquecido a costa del país.
La autonomía
sindical –como nos dice Lozano–, es un
principio consagrado en la constitución, como parte del artículo 123:
XVI.- TANTO LOS OBREROS COMO LOS EMPRESARIOS TENDRAN DERECHO PARA
COALIGARSE EN DEFENSA DE SUS RESPECTIVOS INTERESES, FORMANDO SINDICATOS,
ASOCIACIONES PROFESIONALES, ETC.[1]
La Ley Federal del Trabajo publicada en el Diario Oficial
de la Federación en 1970, durante el sexenio de Díaz Ordaz, establece en el
artículo 359 que:
LOS
SINDICATOS TIENEN DERECHO A REDACTAR SUS ESTATUTOS Y REGLAMENTOS, ELEGIR
LIBREMENTE A SUS REPRESENTANTES, ORGANIZAR SU ADMINISTRACIÓN Y SUS ACTIVIDADES
Y FORMULAR SU PROGRAMA DE ACCIÓN.[2]
Amparados en estos estatutos, dichos líderes han podido
perpetuarse en el poder, gestionando a su antojo los recursos con que cuentan los
sindicatos. Noticias MVS reveló que
en el caso del SNTE de Elba Esther Gordillo, son 6 millones de pesos diarios los
que obtiene por concepto de cuotas[3].
Para cambiar esta situación deben promoverse reformas a estos puntos, como se
hizo en el año 2010 por parte de Acción Nacional. Dicho proyecto de ley incluía
“que la elección de los líderes sindicales sea por el voto secreto y directo de
los afiliados, y suprimir la obligación del descuento de cuotas”[4]
la reforma en su conjunto fue rechazada por el PRI argumentando que la forma de
presentar la iniciativa no fue la indicada. Es evidente que el Revolucionario
Institucional hará lo posible por detener cualquier intento de reforma que
acote el poder de sus aliados –Romero Deschamps ocupa el séptimo lugar en la
lista de plurinominales al Senado por el tricolor– ,está entonces en los otros
dos partidos impulsar un proyecto de unidad que por medio de la inclusión de
clausulas que modifiquen y transparenten la forma de elección de líderes en los
sindicatos, logre limitar el poder y los privilegios de estas personas que
lejos de defender los intereses de los trabajadores –razón de ser de los
sindicatos–, llevan décadas enriqueciéndose de manera obscena.
Falta claridad de parte de JVM y AMLO en cuanto a la
estrategia que llevarán a cabo para modificar la constitución con un congreso
desfavorable y plagado de agentes que promueven los intereses de los líderes
sindicales. Si no son capaces de delinear un plan que por la vía legislativa modifique
los comportamientos antes citados, pecan de ingenuidad, o peor aún, de
mentirosos. Sin una agenda de unidad legislativa, las promesas no son más que
sueños guajiros y eso, en política,
es demagogia.
Debemos estar de acuerdo con Denise Dresser cuando afirma
que una de las circunstancias que más dañan a México es el poder de veto que
tienen aquellos que aseguran la perpetuación de sus intereses. Este es el
primer punto en que deben concentrar su atención quienes de verdad quieran
cambiar las cosas, eliminar a los lobbyists de las cámaras, sólo entonces podrán aprobarse reformas
que ataquen la corrupción sindical. Prometer lo segundo sin resolver lo primero
es simple manipulación.
Lozano
Alarcón Javier, “La inmaculada autonomía sindical”, diario El Universal, 21 de mayo
de 2012: http://www.eluniversalmas.com.mx/editoriales/2012/05/58596.php
Muy bien abordado el punto, sin embargo no es tarea solo de gobernantes o funcionarios públicos poner orden en los sindicatos: los trabajadores mismos, integrantes y aportantes de estos sindicatos, tienen la obligación incluso más pragmática que moral, de bajar del caballo a los líderes charros -todos hoy- que no solo no les representan, sino que les insultan abiertamente con su falta de escrúpulos y de madre y perpetúan su status de marionetas del sistema. Martín.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo Martín, el problema que tienen los trabajadores es que quienes alzan la voz o renuncian a los sindicatos son intimidados o castigados por las dirigencias. Un maestro que se rehúse a afiliarse al SNTE está en riesgo de perder su trabajo a pesar de que la Ley Federal del Trabajo estipula en el Artículo 358 que: A nadie se puede obligar a formar parte de un sindicado o a no formar parte de él.
ResponderEliminarEs tanto el poder que tienen los líderes que por medio de chantajes acallan las voces de descontento en su contra.
Como ciudadanos no nos queda más que presionar a los gobernantes para que lleven a cabo las reformas necesarias.
En efecto, así funciona. Pero los líderes también son elegidos por votación; comprendo que éstas son amañadas y hay amenazas de por medio, sin embargo los trabajadores también tienen que hacer su parte, de otro modo siempre serán como menores de edad que necesitan forzozamente de papá gobierno. ¿Qué será más plausible en el corto plazo, presionar únicamente al gobierno federal o que los trabajadores, por ejemplo de Pemex, también hagan su parte y presionen a Monsieur Deschamps?... Martín.
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