El video y la valentía de quienes ahí aparecen, generaron
muestras de solidaridad de parte de otros estudiantes, primero de universidades
privadas (Anáhuac, ITAM y Tec de Monterrey), y posteriormente de la Universidad
Nacional y el Politécnico. Así surgió el movimiento #YoSoy132, que apunta a
generar un cambio en la cobertura que dan los medios a las campañas electorales.
Tiene como objetivo principal promover la democratización de los contenidos mediáticos,
de manera que no se creen percepciones que redunden en una ventaja para unos u
otros. Está claro que ser objetivo y veraz no se limita a asignarle la misma
duración o longitud a las notas de los cuatro candidatos, implica también evitar
la omisión de datos que tergiversa las cosas e induce a la audiencia a
favorecer al candidato que la televisora o el diario decida “cuidar”.
El movimiento convocó a una marcha el día de ayer en la
controversial Estela de Luz (monumento construido con motivo del Bicentenario
de la Independencia y Centenario de la Revolución) en Paseo de la Reforma. La
cita –a la que confirmaron miles de estudiantes de todas las universidades del
D.F. vía Facebook– se fijó a las seis de la tarde. Llegué a las cinco y ya
había varias docenas de personas, en su mayoría estudiantes, esperando en los
alrededores del monumento.
Preparaban mantas y carteles, algunos fueron más allá y
armaron pequeñas televisiones de cartón que usarían como cascos. Una joven congregaba
a una multitud de fotógrafos a su alrededor mientras entonaba –acompañada sólo
de una guitarra– “Exijo más educación…quieren embrutecernos con la televisión”
y arrancaba aplausos de la creciente audiencia.
A las 5:20 ya se contaban en cientos los asistentes. Se
escuchaban “goyas” y consignas como “Ibero aguanta, el Poli se levanta”, el
ambiente era definitivamente universitario. Pasaban los minutos y descubría con
gusto que, en apego a los objetivos y
lineamientos delineados en el cartel de la marcha, aquí la liga: (http://yosoy132.mx/),
ninguno de los asistentes se expresaba a favor de algún partido o candidato, a
todos parecía quedarles claro que el movimiento era de carácter apartidista. El
gusto se convirtió en decepción cuando noté que a una veintena de jóvenes les
habían repartido ejemplares de La Fuerza
del Sol, el quincenario del PRD en el Distrito Federal. Me dediqué a buscar al repartidor para cuestionarlo, lo encontré a los alrededores del monumento repartiendo ejemplares a los recién llegados y me acerqué a hablar con él.
–¿Quién te paga? –le pregunté
–Umm, no nadie, lo hago por amor al arte –respondió empezando a incomodarse.
–¿Repartes propaganda gratis entonces? –Se quedó callado y me entregó un ejemplar. Sólo tuve tiempo de examinar la portada cuando me interrumpió para pedir una cooperación –Apóyame con una moneda –me dijo, le respondí que no traía cambio y rápidamente me arrebató el diario que “por amor” repartía en un evento estudiantil y apartidista. Me alejé unos metros y claramente preocupado u ofendido se acercó a una “colaboradora” que cargaba no menos de 50 ejemplares. –Ése –exclamó mientras me apuntaba con el dedo. Esbocé una sonrisa y continué mi recorrido. Era ingenuo pensar que los partidos, en este caso el PRD, no fueran a lucrar con un evento de esta magnitud.
A las seis en punto la Estela de Luz y sus alrededores
estaban completamente abarrotados. Se dice que asistieron alrededor de 15,000
personas, entre las cuales se encontraba el poeta Javier Sicilia del Movimiento
por la Paz con Justicia y Dignidad.
“Ibero aguanta, el pueblo se levanta” y “No somos porros, somos
estudiantes” eran las consignas más populares.
Fue alrededor de media hora el tiempo que duraron las protestas
enfocadas en el objetivo original, lo que se refiere a los medios y su
cobertura. A partir de las 6:30, el contingente se movilizó hacia la glorieta
del Ángel de la Independencia y las protestas cambiaron. Enrique Peña Nieto y
Elba Esther Gordillo se convirtieron en el objetivo: “Aquí se ve, aquí se ve,
que Peña Nieto presidente no va a ser”, “El que no brinque es Peña” y “Elba
Esther, Elba Esther tú también vas a caer” exclamaban miles al unísono. El plan
era mantenerse en la banqueta para no alterar la circulación sobre Reforma,
pero rápidamente se adueñaron de los dos carriles en sentido oriente. Los autos
que circulaban del lado opuesto expresaban su apoyo con gritos, pulgares arriba
y el sonido de sus claxons.
Al llegar al Ángel se hizo una pausa y habló un señor que
estuvo presente en el movimiento estudiantil de 1968:
–Deben de seguir
adelante…la estafeta del ’68 la deben de tomar. –Exclamó a través de un
megáfono. Este fue uno de los momentos de mayor efervescencia, se repitieron
las consignas contra el candidato del PRI y un pequeño sector gritaba “¡Zócalo,
Zócalo!”. La marcha tenía nuevo objetivo.
Fue una larga caminata de Reforma a la explanada del Zócalo pero la aglomeración no disminuyó en ningún momento. Es indudable que todos los presentes estaban ahí por convicción, –es difícil que alguien camine varios kilómetros sosteniendo pancartas en el aire y gritando a todo pulmón si no cree en la causa que defiende–, el problema es que cada quien
defendía causas distintas. Si bien son legítimos los reclamos de todos los sectores
de la población, conforme pasaba el tiempo se iba perdiendo el sentido “estudiantil”
del movimiento. La marcha se convirtió en un pretexto para “mentarle la
madre” al PRI y a Televisa, y en menor grado a Felipe Calderón (sobre todo de
parte de algunos afiliados al Sindicato Mexicano de Electricistas). ¿Valió la
pena? Definitivamente sí. El movimiento creció tanto que los medios tuvieron
que cambiar –aunque sólo superficialmente– la línea que siguen en la cobertura
de eventos políticos. Después de más de una semana del evento en la Ibero,
Carlos Loret de Mola dedicó varios minutos en su noticiero matutino a exponer,
sin tapujos, lo que sucedió con EPN, y recibió en el estudio a tres estudiantes
que estuvieron ahí. Insisto en que estas son oportunidades que deben
aprovecharse, creo que el primer paso ya se dio, llamar la atención de la
ciudadanía y de los medios. Es esencial evitar que de aquí en más se asocie el
#YoSoy132 con la campaña de López Obrador, porque somos muchos los que buscamos
imparcialidad en los medios y NO comulgamos con las ideas del candidato de la
izquierda. Los organizadores del movimiento entendieron esto y fueron muy
claros en el carácter apartidista que lo distingue, es una lástima que algunos,
así sean miles, traten de utilizarlo para favorecer a AMLO o insultar a Peña
Nieto (Hay mucho material para hacer una crítica fundamentada del PRI y del mexiquense.
Los argumentos pesan y duelen más que los insultos).
Ojalá el
movimiento derive en una organización ciudadana que aporte al debate público y
esté dispuesta a tolerar o incluso celebrar la crítica en su contra. Concuerdo
con León Krauze en que “Toda crítica, incluso la mal intencionada, es
constructiva”[1], el movimiento tiene un gran potencial, espero que no se
desperdicie.
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1 KRAUZE, León, “Un México mejor”, Sin Embargo, 24 de mayo de 2012, http://www.sinembargo.mx/opinion/24-05-2012/7117
¡Ah! que bueno que haya una opinión fresca, involucrada y claramente descriptiva de estos acontecimientos. La imparcialidad absoluta no es posible, ¡y que bueno que así es! Si estás vivo y circula sangre por tus venas, entonces expresas tu visión con un sesgo, tu sello personal; aquí lo importante y muy agradecible es que este sesgo apunta en dirección a la neutralidad, para que sea el lector el que se desgañite a favor o en contra de lo que se le pegue la gana.
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