Hace unas horas, Enrique Peña Nieto, candidato del
Partido Revolucionario Institucional –en alianza con el Partido Verde– a la
presidencia de la república, visitó la Universidad Iberoamericana como parte
del ejercicio Buen Ciudadano Ibero.
La cita era a las 10 de la mañana, a las 9 el auditorio
ya estaba lleno. Mientras Peña seguía con Carmen Aristegui, en su primer
compromiso de la mañana, en la Ia Ibero ya se podían escuchar consignas tanto
en contra como a favor del priísta. Alumnos con cartulinas alusivas a lo
ocurrido en Atenco arrancaban aplausos a la inquieta multitud. “Ni un aplauso
para este asesino” podía leerse en una pancarta improvisada. No tardaron los “Ectivistas”
(grupo de jóvenes que apoyan a EPN) en hacerse notar con gritos de “Peña
presidente” mientras repartían sus propias pancartas con el hashtag #contigohastalospinos
e intentaban silenciar a los opositores. El auditorio José Sánchez Villaseñor
parecía mercado. Se repartían diversos objetos como
máscaras (de Carlos Salinas), copetes de plástico y carteles. Afuera se
distribuían folletos informativos sobre los abusos y asesinatos de Atenco. Fue alrededor de las 10 con 5
minutos que apareció el invitado de honor. Ataviado en un traje azul marino,
luciendo un impecable peinado (que se ha convertido en una especie de
trademark), llegó Enrique Peña Nieto. Nuevamente se encendieron las pasiones en
ambos bandos y comenzó la guerra de las consignas, guerra que dominaron en un
principio los Ectivistas, mucho mejor organizados, pero que rápidamente se
inclinó hacia el otro lado. Tras una breve apología de la democracia y un
repaso a su propuesta educativa, Peña se dispuso a contestar preguntas del
público. La mayoría de las preguntas tenían como objetivo, más que aclarar
dudas, hacer tropezar al candidato estrella del PRI. Incluyeron temas como la
deuda de Coahuila, la alarmante tasa de feminicidios en el Estado de México o
la relación con Elba Esther Gordillo. Como buen político, Peña Nieto logró
evadir los cuestionamientos difíciles y salió bien librado de las cinco rondas
de preguntas. Se le podrá criticar su falta de cultura pero en lo que toca a la
evasión, el uso del lenguaje corporal y la templanza ante los ataques, Peña es
tan bueno como el resto de los aspirantes a la presidencia, o quizás mejor. A fin de cuentas fue casi hora y media de
discurso –interrumpido a momentos por gritos y descalificaciones– pero nada de
substancia. No hubo de parte del mexiquense ninguna propuesta concreta. Adiestrado
en el arte de la demagogia, dejó fuera los cómos de sus promesas de campaña y
se limitó a enumerar logros de su administración como gobernador del Estado de
México. Cuando se anunció que el encuentro había concluido y Peña pensó que lo peor
había pasado, se topó con más de mil estudiantes indignados y combativos que lo
esperaban afuera. Salió, junto con su séquito de guardaespaldas, por la puerta
trasera. El intento de evadir a quienes esperaban una posibilidad de increparlo
por su rol en la matanza de Atenco resultó inútil. Tuvo que enfrentarse a las consignas
universitarias, le gritaban “cobarde” y coreaban “Peña, la Ibero no te quiere”
mientras buscaban detener su avance. Fue gracias a una veintena de
guardaespaldas que logró acceder al edificio donde se encuentra la estación de
radio –donde tenía pactada una entrevista–. Estuvo ahí más de media hora, a fin
de cuentas no ingresó a la cabina y emprendió la retirada con el ejército de
guaruras que lo acompañaban. Tuvo que rodear el edificio y pasar cerca de donde
un grupo de niñas vestidas de blanco sostenían, sobre una fuente teñida de
rojo, una manta con la leyenda: “Todxs somos Atenco”. Finalmente, el repudiado
candidato llegó a su transporte –una de tres Suburban negras–, y se retiró mientras en la Ibero se entonaba al
unísono “Se ve, se nota, su cola de ratota”, entre otras expresiones.
Ha habido mucha confusión con respecto al origen de los
opositores del candidato, lo que es seguro es que el acceso a la universidad
está limitado a estudiantes con credencial. No pueden acceder personas externas;
agitadores, porros, etc. A decenas de personas (vecinos de Cuajimalpa) que
también buscaban protestar contra el priísta se les negó el acceso y tuvieron
que permanecer fuera de las instalaciones. Para bien o para mal, lo que se vio
en la universidad el día de hoy es el sentir de esa comunidad, sin influencias
externas.
Puede argumentarse que hubo expresiones irrespetuosas en contra del candidato tricolor dentro del auditorio, mismas que no tienen cabida en un espacio universitario. Y es que más allá de afiliaciones políticas, El Buen Ciudadano Ibero es un encuentro académico y plural (así ha sido con todos los candidatos), no es aceptable que se le interrumpa a un invitado mientras responde preguntas de la comunidad universitaria. Sin embargo, el ambiente que se gestó fuera del recinto es otra historia, lo ahí expresado demuestra la buena preparación de los estudiantes y su interés por temas políticos e históricos. Ninguno de los reclamos que expresaron carece de sustento, invito al lector a investigar un poco sobre lo ocurrido en Atenco, el índice de feminicidios del estado que gobernó Peña, su relación con Arturo Montiel, etc. La Ibero tiene un perfil humanista y crítico. Lo ocurrido hoy es muestra cabal de esta condición y debe celebrarse. Esta institución es un referente en lo que a libertad de expresión se refiere. Más allá de la corriente o partido con que se identifique cada quien, debemos entender encuentros como éste –donde existe oposición y crítica– como parte esencial de la democracia. Este tipo de ejercicios resultan mucho más ilustrativos e interesantes que los espectaculares, pendones, anuncios radiofónicos y spots televisivos con los que nos inundan los candidatos (todos). El acercamiento con la gente es lo que vale y nunca debe menoscabarse la libertad de expresión, le duela a quien le duela.
Muy interesante ¡ me encanto el desarrollo de tu exposición y sobre todo el final ¡ viva la libertad de expresion por sobre todas las cosas ! felicidades
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