La aparición inesperada del movimiento #YoSoy132 es sin duda lo mejor que ha pasado con la
sociedad civil en México desde hace mucho tiempo (junto con el Movimiento por
la Paz con Justicia y Dignidad de Javier Sicilia). Ha sacudido las preferencias
electorales y los ánimos de decenas de miles, ha logrado también que medios
internacionales volteen a ver a la juventud mexicana que después de décadas
levanta la mano, y ha logrado concesiones de parte del duopolio televisivo en
el tema de la transmisión de debates en cadena nacional. Todo esto, debo
confesar, me llenó de emoción a un principio. La posibilidad de que una
sociedad tan individualista como la nuestra se uniera en un movimiento que figure
junto con los “Indignados” españoles, los “Occupiers” estadounidenses o los
miles de jóvenes que por medio de protestas cambiaron la estructura política de
Medio Oriente, generó en quienes vimos nacer el movimiento un fervor que nunca
habíamos experimentado. Sin embargo, con el paso de los días –en mi caso por lo
menos–, la emoción ha cedido. Si bien comparto y seguiré aplaudiendo y apoyando
muchas de las metas que el movimiento ha planteado, he decidido (usando la
palabra de moda entre políticos) deslindarme de ciertos aspectos o de ciertas
corrientes que considero han dañado el espíritu estudiantil y apartidista del #YoSoy132,
mismas que explicaré a continuación.
El día 29 de mayo, se reunieron en Ciudad Universitaria
alrededor de 7,000 simpatizantes del movimiento, entre los cuales había
representantes de 35 universidades (públicas, privadas, nacionales y
extranjeras). Se le llamó “Asamblea General de Universitarios” a este encuentro
que tenía como meta definir propuestas y acciones del movimiento. Después de
horas de deliberación, se delineó una agenda, de la cual se desprenden estos
puntos (entre muchos otros):
*Contra la
manipulación mediática. Este punto me parece clave y apunta a la causa
original de descontento entre quienes estuvimos en la Ibero el “viernes negro”
y descubrimos a los medios contando una historia distinta a lo ocurrido. Ha
habido avances en materia de cobertura de eventos electorales de parte de las
televisoras (incluidos eventos de campaña, protestas estudiantiles y el segundo
debate presidencial que se llevará a cabo el 10 de junio) gracias a las marchas
y la difusión de videos del movimiento. No es poca cosa lo que se ha logrado y
se debe seguir por el mismo camino, me sumo a las consignas en este sentido y
creo que la presión a las televisoras no debe cesar y deben incluirse otros
medios como los diarios de la Organización Editorial Mexicana, que como todos
pudimos constatar el sábado 12 de mayo, manipularon completamente la
información beneficiando en este caso al candidato priista. La progresiva
apertura y eventual imparcialidad de los medios es el mejor legado que podría
dejar el #YoSoy132. Me uno a los estudiantes del ITAM que en su propia asamblea
decidieron mantenerse en el movimiento y defender la democratización de los
medios pero no asumir la posición descrita en el siguiente punto:
*Contra la
imposición de EPN Aquí es donde empiezo a diferir con un amplio sector de quienes
componen el #YoSoy132. Esto no significa que apoye al candidato mexiquense,
cuyo proyecto no me parece el más adecuado, lo que significa es que no
concuerdo con la idea de “imposición”. México es un país democrático en el que
el voto es debidamente contabilizado y vale. Aducir un fraude electoral en la
pasada elección, sin presentar pruebas, es especular. A partir de ahí, de la
especulación y la insatisfacción, quienes apoyan al candidato que quedó en
segundo lugar en 2006 aseguran que en una democracia efectiva como la mexicana, Televisa
o el PRI pueden imponer un presidente. Eso es tomar partido. ¿Dónde quedó el carácter
apartidista del movimiento? Los medios
influyen y manipulan, generan percepción pero no otorgan la banda presidencial,
eso lo hacemos los ciudadanos con nuestro voto. Los tiempos del dedazo se
acabaron y no debemos demeritar lo que se ha logrado con la fundación del
Instituto Federal Electoral, organismo independiente de la voluntad de
cualquier partido. #YoSoy132 debería ser un movimiento que preserve la
democracia en este país, no que descalifique de la contienda a un candidato,
por malo que sea. Quiero dejar claro que son algunos de los participantes del
movimiento los que toman estas posturas, no critico al grueso de los
involucrados. Y es a ellos a quienes me dirijo cuando escribo lo siguiente:
Escuché en la marcha que partió de la Estela de Luz, en repetidas ocasiones, la
siguiente consigna: “Si hay imposición, habrá revolución” la postura de estas
personas, según entiendo (no cito a nadie), es que si el ganador de la
contienda es Enrique Peña Nieto, desconocerán el resultado nuevamente e
instaurarán la segunda república legítima. Es
irónico que aquellos que se llenan la boca con palabras como “democracia” pequen
de antidemocráticos al dar por descontado que no hay forma de que el candidato
priista gane con el voto de los mexicanos. Es tan posible (no hablemos de
probable porque no hay encuesta que satisfaga a todos) que gane la elección
Enrique Peña Nieto, como Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador o
Gabriel Quadri.
Este movimiento civil –como cualquier otro– debe apuntar
a ser observador electoral y denunciar cualquier abuso a la autoridad
competente: el IFE (única institución que tiene como facultad descalificar a un
contendiente), no a calificar la elección. Un movimiento ciudadano no tiene la
atribución, porque no debería tenerla nadie más que la autoridad creada para
eso, de dar por válido o no un resultado.
El movimiento irá en la dirección en que lo guíe la
mayoría, a mí en lo personal me preocupa el tono de ciertas consignas e incluso
amenazas como la siguiente:
“llamar a una huelga general, en caso de ocurrir lo que
llamaron “una imposición del Presidente”.[1]
Utilizar a la
Universidad Nacional como chantaje en una contienda electoral me parece muy
peligroso. Lo que más necesita México es educación, no importa quién sea
presidente. Les imploro, como estudiante, como aliado en la búsqueda de la
democratización de los medios y la participación de los jóvenes en la esfera
pública, que no tomen de rehén a una institución educativa. Si lo hacen, ¿Qué
diferencia habrá entre ustedes y Elba Esther Gordillo o los maestros paristas
de Oaxaca? Es importante la congruencia.
Hay que entender que al
final, los presidentes sólo duran seis años. La educación es irremplazable y es
lo que más le urge a México.
[1] http://www.animalpolitico.com/2012/05/comienza-la-asamblea-general-de-universitarios-de-yo-soy-132-en-la-unam/
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