miércoles, 28 de diciembre de 2011

Kim Jong-Il y el PT

El 17 de diciembre del 2011 murió a los 69 años Kim Jong-Il (nacido Yuri Irsenovich Kim en 1941) líder supremo de la República Popular Democrática de Corea. Decir que gobernó con mano dura es poco, el “Gran Líder” como se le conocía al dictador, encabezaba un gobierno que Human Rights Watch denomina como uno de los más represivos del mundo.

En Corea del Norte, muy al estilo de la sociedad que imaginó Orwell en 1984, el Estado lo controla absolutamente todo. No existe la libertad de prensa (Reporters Without Borders sitúa a este país en el sitio 177 de 178 en su índice de libertad de prensa). El contacto con el mundo exterior está prohibido so pena de ejecución. En pleno siglo XXI, según revela el diario inglés The Guardian, la tortura es práctica común en un campo de concentración al noreste del país llamado “Camp 22”. Y gracias a los excesos del “Comandante Supremo” más de dos millones de personas murieron en la década de los 90’s por hambruna. Durante ese periodo, entre 1989 y 1999, según reporta Hennessy, la compañía fabricante de coñac, el líder Norcoreano gastó alrededor de 430,000 libras anuales en VSOP, uno de sus productos más exclusivos.

 Queda claro entonces que en el régimen que encabezaba Kim Jong-Il y que ahora continuará bajo las ordenes de su hijo Kim Jong-un, con sus tácticas represivas y su desdén por los derechos humanos es la expresión máxima del cinismo y la corrupción.

 La vida y obra de Kim Jong-Il así como la de Muammar Gaddafi en Libia o Hosni Mubarak en Egipto deberían servir como advertencias de los excesos a los que pueden llegar los hombres con complejos mesiánicos, ¿cierto?

Déjenme compartir un mensaje que hasta hace unos días podía encontrarse en la página del Partido del Trabajo (aquél que junto al PRD aspira conseguir la presidencia para López Obrador).


Es un desplegado al que hay que ponerle mucha atención: “Nuestro camarada Kim Jong Il (…) quien con gran sabiduría condujo a los norcoreanos por el camino de la paz y el desarrollo económico, político, social y cultural.”

El próximo año los mexicanos habremos de elegir a un nuevo presidente, un hombre que tendrá en sus manos el destino de 112 millones de personas. Me parece escandaloso que en una nación en desarrollo, democrática y que aspira a pertenecer al primer mundo haya en la contienda un personaje cuyo partido comparte ideales con dictadores como Kim Jong-Il. ¿De verdad queremos que nos gobiernen personas a las que no sólo no les parece escandaloso e indignante el comportamiento de los líderes de Corea del Norte, sino que les parece deseable o inspirador?
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