jueves, 31 de mayo de 2012

Bondades y peligros del #YoSoy132


La aparición inesperada del movimiento #YoSoy132  es sin duda lo mejor que ha pasado con la sociedad civil en México desde hace mucho tiempo (junto con el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad de Javier Sicilia). Ha sacudido las preferencias electorales y los ánimos de decenas de miles, ha logrado también que medios internacionales volteen a ver a la juventud mexicana que después de décadas levanta la mano, y ha logrado concesiones de parte del duopolio televisivo en el tema de la transmisión de debates en cadena nacional. Todo esto, debo confesar, me llenó de emoción a un principio. La posibilidad de que una sociedad tan individualista como la nuestra se uniera en un movimiento que figure junto con los “Indignados” españoles, los “Occupiers” estadounidenses o los miles de jóvenes que por medio de protestas cambiaron la estructura política de Medio Oriente, generó en quienes vimos nacer el movimiento un fervor que nunca habíamos experimentado. Sin embargo, con el paso de los días –en mi caso por lo menos–, la emoción ha cedido. Si bien comparto y seguiré aplaudiendo y apoyando muchas de las metas que el movimiento ha planteado, he decidido (usando la palabra de moda entre políticos) deslindarme de ciertos aspectos o de ciertas corrientes que considero han dañado el espíritu estudiantil y apartidista del #YoSoy132, mismas que explicaré a continuación.

El día 29 de mayo, se reunieron en Ciudad Universitaria alrededor de 7,000 simpatizantes del movimiento, entre los cuales había representantes de 35 universidades (públicas, privadas, nacionales y extranjeras). Se le llamó “Asamblea General de Universitarios” a este encuentro que tenía como meta definir propuestas y acciones del movimiento. Después de horas de deliberación, se delineó una agenda, de la cual se desprenden estos puntos (entre muchos otros):

*Contra la manipulación mediática. Este punto me parece clave y apunta a la causa original de descontento entre quienes estuvimos en la Ibero el “viernes negro” y descubrimos a los medios contando una historia distinta a lo ocurrido. Ha habido avances en materia de cobertura de eventos electorales de parte de las televisoras (incluidos eventos de campaña, protestas estudiantiles y el segundo debate presidencial que se llevará a cabo el 10 de junio) gracias a las marchas y la difusión de videos del movimiento. No es poca cosa lo que se ha logrado y se debe seguir por el mismo camino, me sumo a las consignas en este sentido y creo que la presión a las televisoras no debe cesar y deben incluirse otros medios como los diarios de la Organización Editorial Mexicana, que como todos pudimos constatar el sábado 12 de mayo, manipularon completamente la información beneficiando en este caso al candidato priista. La progresiva apertura y eventual imparcialidad de los medios es el mejor legado que podría dejar el #YoSoy132. Me uno a los estudiantes del ITAM que en su propia asamblea decidieron mantenerse en el movimiento y defender la democratización de los medios pero no asumir la posición descrita en el siguiente punto:

*Contra la imposición de EPN Aquí es donde empiezo a diferir con un amplio sector de quienes componen el #YoSoy132. Esto no significa que apoye al candidato mexiquense, cuyo proyecto no me parece el más adecuado, lo que significa es que no concuerdo con la idea de “imposición”. México es un país democrático en el que el voto es debidamente contabilizado y vale. Aducir un fraude electoral en la pasada elección, sin presentar pruebas, es especular. A partir de ahí, de la especulación y la insatisfacción, quienes apoyan al candidato que quedó en segundo lugar en 2006 aseguran que en una democracia efectiva como la mexicana, Televisa o el PRI pueden imponer un presidente. Eso es tomar partido. ¿Dónde quedó el carácter apartidista del movimiento? Los medios influyen y manipulan, generan percepción pero no otorgan la banda presidencial, eso lo hacemos los ciudadanos con nuestro voto. Los tiempos del dedazo se acabaron y no debemos demeritar lo que se ha logrado con la fundación del Instituto Federal Electoral, organismo independiente de la voluntad de cualquier partido. #YoSoy132 debería ser un movimiento que preserve la democracia en este país, no que descalifique de la contienda a un candidato, por malo que sea. Quiero dejar claro que son algunos de los participantes del movimiento los que toman estas posturas, no critico al grueso de los involucrados. Y es a ellos a quienes me dirijo cuando escribo lo siguiente: Escuché en la marcha que partió de la Estela de Luz, en repetidas ocasiones, la siguiente consigna: “Si hay imposición, habrá revolución” la postura de estas personas, según entiendo (no cito a nadie), es que si el ganador de la contienda es Enrique Peña Nieto, desconocerán el resultado nuevamente e instaurarán la segunda república legítima. Es irónico que aquellos que se llenan la boca con palabras como “democracia” pequen de antidemocráticos al dar por descontado que no hay forma de que el candidato priista gane con el voto de los mexicanos. Es tan posible (no hablemos de probable porque no hay encuesta que satisfaga a todos) que gane la elección Enrique Peña Nieto, como Josefina Vázquez Mota, Andrés Manuel López Obrador o Gabriel Quadri.

Este movimiento civil –como cualquier otro– debe apuntar a ser observador electoral y denunciar cualquier abuso a la autoridad competente: el IFE (única institución que tiene como facultad descalificar a un contendiente), no a calificar la elección. Un movimiento ciudadano no tiene la atribución, porque no debería tenerla nadie más que la autoridad creada para eso, de dar por válido o no un resultado.

El movimiento irá en la dirección en que lo guíe la mayoría, a mí en lo personal me preocupa el tono de ciertas consignas e incluso amenazas como la siguiente:

“llamar a una huelga general, en caso de ocurrir lo que llamaron “una imposición del Presidente”.[1]

Utilizar a la Universidad Nacional como chantaje en una contienda electoral me parece muy peligroso. Lo que más necesita México es educación, no importa quién sea presidente. Les imploro, como estudiante, como aliado en la búsqueda de la democratización de los medios y la participación de los jóvenes en la esfera pública, que no tomen de rehén a una institución educativa. Si lo hacen, ¿Qué diferencia habrá entre ustedes y Elba Esther Gordillo o los maestros paristas de Oaxaca? Es importante la congruencia.

Hay que entender que al final, los presidentes sólo duran seis años. La educación es irremplazable y es lo que más le urge a México.









[1] http://www.animalpolitico.com/2012/05/comienza-la-asamblea-general-de-universitarios-de-yo-soy-132-en-la-unam/

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