miércoles, 16 de noviembre de 2011

El "nuevo PRI"

    El Partido Revolucionario Institucional (PRI) que durante siete décadas tuvo absoluta hegemonía, tras perder la elección presidencial en el año 2000, ha pretendido reformarse y presentar una nueva cara. De la mano de gente como Enrique Peña Nieto (hoy líder en todas las encuestas de cara a la elección del 2012) se ha presentado como un “nuevo PRI” un partido cercano a la gente joven, un partido que ha aprendido de los errores del pasado y el único que sabe gobernar.

   Yo nací en el México de la maquinaria priista, nací en los tiempos del presidencialismo, en los tiempos del infame “Ni los veo ni los oigo”[1] y a pesar de no tener conciencia de lo que esto implicaba, recuerdo de manera muy clara la expectación que generó la posibilidad de un cambio. La primera elección democrática en este país llevó a Vicente Fox del Partido Acción Nacional a ocupar la silla que durante casi todo el siglo XX perteneció a la élite priísta –antes llamado Partido Nacional Revolucionario y Partido de la Revolución Mexicana– desafortunadamente, por falta de experiencia, habilidad y en ocasiones de interés, Fox terminó por ser un gobernante más bien tibio. La mejor forma de calificar su mandato es como el sexenio del “por lo menos no…” Por lo menos no hubo crisis económica, por lo menos no creció el narco como con el actual gobierno, etc. A fin de cuentas, la tan ansiada transición resultó decepcionante.

   Hoy nos encontramos ante un panorama de transición una vez más, el partido que perdió el poder en la primera elección del nuevo siglo tiene, según las encuestas, una enorme ventaja sobre sus competidores, sin importar el candidato. Tanto Enrique Peña Nieto como Manlio Fabio Beltrones  ganarían la elección si se llevara a cabo el día de hoy. Es por eso que creo que es indispensable examinar a este “nuevo PRI” antes que a cualquier otro partido.

   Primero hablemos de lo bueno. Me gusta la retórica de renovación, me gusta el acercamiento al electorado joven y suscribo con las ideas reformistas de quien considero el único personaje priísta congruente con la nueva imagen, Manlio Fabio Beltrones. El Senador habla de reformas que buscan hacer eficiente el uso del poder como la reelección legislativa  y de alcaldes (que existe en todos los países democráticos del mundo excepto México y Costa Rica), la revocación de mandato, los gobiernos de coalición (que no es lo mismo que alianzas electorales), referéndums en reformas constitucionales, entre otras.

   De todas las anteriores, la que considero más urgente es la reelección legislativa y de presidentes municipales. En el caso del congreso, la reelección es un incentivo para la rendición de cuentas y el cumplimiento de sus agendas. Es un mecanismo que fomentaría la participación ciudadana y el acercamiento de parte del legislador a quienes lo eligieron. De esta manera cuando un Senador o Diputado ha tenido una buena gestión y demostrado su calidad, puede permanecer en el congreso al servicio de México (hay que decir que es lamentable tener que recurrir a incentivos para que hagan su trabajo). En el caso de los alcaldes, además de cumplir la función de premiar a los buenos dirigentes, les permitiría también llevar a cabo obras de infraestructura a largo plazo, proyectos que difícilmente se llevan a cabo actualmente por motivos electorales y políticos. No es viable –en el México de hoy– hacer algo bueno por la sociedad, si el siguiente gobernante se llevará el crédito.

   Desafortunadamente esta reforma, primero aprobada por los Senadores del PRI, fue desechada por los priístas de la vieja escuela en la Cámara de Diputados. Esto nos lleva a lo malo del “nuevo PRI”. Empezando por supuesto por el presidente del partido. Mucho se ha hablado de la deuda de Coahuila que hoy ya rebasa los 35 mil millones de pesos y de la forma en que fue adquirida, sin embargo, no está de más dar un par de datos: Según publica el diario Reforma el día de hoy, además de tener conocimiento de la existencia de documentos falsos con los que se endeudó de manera irresponsable al estado, el ahora presidente del PRI “trampeó” el contenido de la convocatoria de las bases para elegir al candidato tricolor. Para resumir lo acontecido: después de que el CEN del PRI aprobó dicha convocatoria, Moreira publicó una versión “rasurada” que omite la prohibición para que Gobernadores y funcionarios se pronuncien a favor o en contra de alguno de los precandidatos. Lo interesante aquí es que el presidente no tiene las atribuciones para pasar por encima de la Comisión Nacional de Procesos Internos del PRI, es decir, que el Sr. Moreira no respeta las jerarquías ni siquiera de su propio partido. No está de más decir, para quien no lo sepa, que el próximo Gobernador del estado de Coahuila es el hermano del antes mencionado, el nepotismo en su máxima expresión.

   Lo más importante es sin duda hablar de Enrique Peña Nieto. El ex Gobernador del Estado de México se perfila como el próximo presidente de México, desafortunadamente muchas de sus iniciativas obedecen a la vieja usanza del PRI.  A diferencia del Senador Beltrones, Peña Nieto –en busca de un gobierno con mayoría– pretende que se anule el límite de sobrerrepresentación de 8% por partido, límite contenido en el artículo 54 de la Constitución, con esto Peña Nieto aseguraría la mayoría legislativa. Es una medida que tanto el presidente de la comisión de puntos constitucionales (priísta) como el Senador Beltrones consideran una regresión. La creación de mayorías artificiales distorsiona la democracia representativa.

   El PRI por medio de una brillante estrategia mediática ha logrado consolidarse como el rival a vencer el próximo año. A mí me encantaría que en vez de conformarse con tener la aprobación del público en general se avocaran a convencer al círculo rojo de su compromiso de renovarse, de poner de lado las estrategias de ese viejo PRI que no servía a los intereses de la nación sino de las élites. Eso es lo que ha intentado el Senador Beltrones. En un hecho inédito, para la presentación de su más reciente libro (en el que habla de las reformas antes mencionadas) convocó a grandes nombres de la política nacional como Diego Fernández de Cevallos y Cuauhtémoc Cárdenas. Políticos de peso que junto con el Senador pusieron de lado un segundo los intereses partidistas y discutieron la formación de gobiernos efectivos, que velen por los intereses de los ciudadanos antes que por los propios.

   Ojalá Enrique Peña Nieto entienda con el tiempo que la única forma de mantener el poder –en una democracia efectiva– es trabajar de manera conjunta con otros partidos para lograr consensos que permitan aprobar las reformas que tanto necesita México.





[1] Carlos Salinas de Gortari en respuesta a críticas que recibió de parte de la izquierda en la Cámara de Diputados durante su último informe de gobierno, 1ro de noviembre de 1994

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