viernes, 28 de octubre de 2011

The Tree of Life

   El siguiente texto contiene spoilers, que en este caso no afectarán la experiencia de quien vea la cinta dada la complejidad de la misma. Antes de pagar $47 por ver cine de arte, le recomiendo al lector hacer una autoevaluación. Si usted suele aburrirse con el cine contemplativo (piense 2001: A Space Odyssey), y lo que en realidad desea es un par de horas sin mucha reflexión le recomiendo mejor Gigantes de Acero con Hugh Jackman, ahora en cartelera.
   The Tree of Life de Terrence Malick es una obra extremadamente ambiciosa, es una provocación de dos horas y diecinueve minutos. La intensidad de la experiencia varía entre espectadores y depende en gran medida de lo que cada quien lleve consigo al enfrentarse a ella. Es una película tan profunda como la mente de quien la observa.

    Para cualquiera que esté familiarizado con el trabajo de Malick (The Thin Red Line, The New World) es evidente que el director norteamericano tiene siempre absoluto control sobre su obra. The Tree of Life no sigue los cánones del cine al que está acostumbrado el espectador promedio, ese cine que busca entretener sobre todas las cosas y tiene al diálogo como rey, por encima de la fotografía o la música (complementos que en las obras de Malick encuentran absoluta libertad y se convierten en el eje alrededor del cual se construye la obra). Esta película busca provocar emocionalmente e invitar a la reflexión, incluso a expensas de la posibilidad de aburrir a la audiencia que lo único que busca es entretenimiento. Ese es un enorme mérito de Malick, tanto el público, –aquél que engrandece o desploma una película en la taquilla– como la crítica, lo tienen sin cuidado.
 
   Podemos, por el afán de diseccionar la cinta, encontrar tres grandes temas o fragmentos. El primero es la experiencia de Jack O’Brien (Hunter McCracken y Sean Penn), su personaje experimenta una transformación que es tema recurrente tanto en la literatura como en el cine denominada Bildungsroman, en la que vemos su desarrollo moral y psicológico a través del tiempo. Lo vemos enfrentarse a la pérdida de la inocencia que viene con la juventud y posteriormente como adulto –lleno de culpas– tratar de reconciliarse con su pasado. En lo que respecta a Jack, The Tree of Life es una retrospectiva de los momentos trascendentales en su existencia, la mayoría de éstos, relacionados con su familia, de la que hablaré más adelante.
 
   En otro fragmento, –el más difícil pero más enriquecedor también– la lente del extraordinario Emmanuel Lubezki nos lleva en un viaje que sigue dos líneas, dos hilos conductores que convergen en un evento particular. La primera es el tiempo. Recorremos miles de millones de años en 40 minutos, nos convertimos en testigos del origen del universo (el Big-Bang), de la formación de la tierra y la aparición de la vida por medio de imágenes impactantes y un score magistral. Simultáneamente, este viaje es a través del espacio, nos lleva de lo Macro a lo Micro, comenzando con eventos de escala universal, secuencias de explosiones estelares, violentas erupciones volcánicas, hasta el momento en que dos células se funden dando lugar a la vida de un ser humano, un componente infinitesimal del todo que es el universo. Este momento, en el que tiempo y espacio se encuentran, es el nacimiento de un niño (Jack)  en Waco, Texas en la década de los 50´s. Evento en apariencia intrascendente si se le contrasta con las secuencias antes presentadas, pero ese es precisamente el argumento principal de la película, la interconexión, la comunión entre todo el cosmos y quienes lo habitamos.
 
   Otro tema importante es la dicotomía que expresan los padres de Jack interpretados por Brad Pitt y Jessica Chastain. En una interpretación en la que nuevamente demuestra su calidad, Pitt encarna a un padre abusivo, un hombre que ve con desdén las muestras de bondad y afecto. Para él todo signo de amabilidad o gentileza es un reflejo de debilidad que sus enemigos habrán de aprovechar. “It takes fierce will to get ahead in this world. If you're good, people take advantage of you.” La mentalidad del Sr. O’Brien contrasta con la de su mujer: “The only way to be happy is to love. Unless you love, your life will flash by.”Jessica Chastain es capaz de transmitir con una belleza que Alonso Ruvalcaba denominó “Prerrafaelista” una bondad que la hace casi etérea. Ella se convierte en el pilar sobre el que Jack se sostiene, un escudo que busca la manera de amortiguar los golpes, físicos y psicológicos que tiene que soportar –junto con sus hermanos–de parte de un padre incapaz de comunicarse con él, cegado por una voluntad inquebrantable que pretende trascendencia a través de disciplina y sacrificio.
 
   The Tree of Life es una joya del cine contemplativo, el cine que se toma su tiempo y que si se le aborda con la mentalidad adecuada resulta enriquecedor de muchas maneras. Vivimos en un tiempo de prisas. La concentración y el interés del promedio de la gente no exceden media hora, de ahí su incapacidad de acercarse al arte, en cualquiera de sus formas. Milan Kundera dice en La Lentitud que “El grado de lentitud es directamente proporcional a la intensidad de la memoria; el grado de velocidad es directamente proporcional a la intensidad del olvido”. Valdría la pena hacer un esfuerzo por olvidarnos de la satisfacción inmediata y dar espacio al placer intelectual y emocional que surge del arte contemplativo, aquél que evoca sentimientos y reflexiones que superan por mucho –en intensidad y riqueza– a lo que nos tiene acostumbrados Hollywood.


La película cuestiona pero no ofrece respuestas claras, eso le toca al espectador.



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